Yo sigo con mi afición por el pan. Es que me encanta el sabor y el olor del pan casero. El de hoy es el pan que se hace en mi casa desde siempre, para determinadas ocasiones.
Pare ello utilicé la harina que nos trae el repartidor de pan, con la que ellos lo hacen en la panadería, pero me imagino que con la hariza de fuerza el resultado sea el mismo.
Tengo que deciros que es mi primer pan así de grande, yo suelo hacer bollitos, pero me resultó sencillo y eso que me insistían para que hiciera dos más pequeños, pero en un momento que me dejaron sola en la cocina, a lo mío.
INGREDIENTES:
750 gr. de harina de panadería.
25 gr. de levadura de panadero.
Una cucharadita de sal.
Unos 600 ml de agua.
PREPARACIÓN:
El día anterior por la noche preparamos la masa madre o formiento.
En una fuente honda echamos una taza de harina y 3/4 taza de agua tibia en la que habremos disuelto la levadura. Lo mezclamos todo muy bien y lo dejamos reposar unas 9 horas, tapado con un paño.
Al día siguiente añadimos al formiento la sal, la harina y agua, poco a poco. Vamos mezclando y vamos añadiendo más agua y más harina, así hasta que vayamos acabando la harina.
Las cantidades de agua y harina son un orientativas, ya sabéis, pero más o menos son esas.
Enharinamos la meseta de trabajo y amasamos con las manos hasta conseguir una masa fina.
Volvemos a colocarla en la fuente tapada con un paño y la dejamos reposar unos dos horas, más o menos.
Pasado este tiempo encendemos el horno a 250º, el horno tiene que estar bien caliente.
Volvemos a enharinar la meseta y volcamos la masa. Amasamos unos 5 minutos y colocamos el pan sobre la bandeja del horno que habremos cubierto con papel vegetal. Lo dejamos reposar unos 15 minutos tapado con un paño. Con un cuchillo muy afilado le hacemos los cortes que queramos y lo metemos en el horno, durante unos 25-30 minutos.
Para saber si está cocido, metemos un cuchilo por un lateral y si sale limpio ya está. Si vemos que nos queda doradito y no está hecho, bajamos a 220º y cocemos un poco más.
