Realmente el nombre me lo he inventado, simplemente se lo he puesto por el color tan blanco que resulta al cocer el pan tapado. Es un pan de leche muy, muy suave; si lo untamos con nocilla resulta perfecto para una merienda de niños, os aseguro que ningún peque se resistirá.
Espero que os guste.
INGREDIENTES: (para unos 8 bollos)
500 gr. de harina
200 ml. de leche
150 ml. de agua
20 gr. de levadura fresca
Un buen chorro de aceite de oliva
Una cucharada grande de miel
Una pizca de sal
PREPARACIÓN:
En una taza echamos el agua y la levadura, revolvemos bien hasta que ésta se disuelva.
En un bol grande echamos la harina, la sal, la miel, el aceite y la leche. Lo mezclamos y vertemos sobre la mezcla el agua con la levadura. Lo integramos todo con ayuda de una cuchara de madera. Volcamos la masa sobre la meseta ligeramente enharinada y amasamos. Vamos a intentar no añadir mucha más harina para conseguir unos bollo muy ligeros.
Untamos un bol grande con aceite de oliva, colocamos dentro la masa y lo tapamos.
Dejamos que leva aproximadamente una hora y media.
Pasado el tiempo de reposo encendemos el horno a 220º en posición arriba y abajo.
Dividimos la masa en porciones más o menos iguales. Con cada porción hacemos bolas, tapamos con un paño y dejamos reposar unos 5 minutos.
Después hacemos la forma de los bollos, tapamos y dejamos reposar unos 15 minutos más.
Según los vamos haciendo los colocamos en una fuente honda.
A la hora de meter en el horno, tapamos la fuente con papel albal y cocemos entre 15 y 20 minutos (yo 17), destapamos y dejamos cocer unos 3 minutos más.
Los sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.