Mi desayuno preferido es un buen café, un zumo de naranja, un pan casero y una mermelada también preparada en casa, nada más. Así que en mi despensa nunca falta una mermelada y en este caso de kiwi y manzana.
Suelo ajustar mucho el azúcar para no excederme, así que si os gusta más dulce solo tenéis que añadir un poco más. Cuanto más azúcar utilicemos más espesa queda, así que si restáis azúcar hay que cocerla durante más tiempo para que espese.
Espero que os guste.
INGREDIENTES:
Un kilo y medio de kiwi
Medio kilo de manzanas golden
Medio kilo de manzanas golden
1 taza de azúcar
PREPARACIÓN:
Empezaremos lavando
bien las manzanas (yo suelo hacerlo con un estropajo ya gastado que
tengo en la cocina para lavar fruta y verduras), las partimos en
cuartos, quitamos pepitas y rabo. Las ponemos a cocer en una olla a
fuego suave y vamos removiendo de vez en cuando con una cuchara de
madera.
Mientras tanto pelamos
y picamos los kiwis. Cuando la manzana haya cocido una media hora
añadimos los kiwis y dejamos que se vayan haciendo
todo junto aproximadamente una hora, y como antes removemos con la
cuchara de madera.
Transcurrido el tiempo
de cocción pasamos la fruta por el pasapuré y ponemos de nuevo a
cocer la mermelada, añadimos el azúcar y dejamos que se haga una
hora y media aproximadamente. Como ya tiene azúcar hay que vigilar
la cocción, porque tiende a pegarse, así que estaremos muy
pendiente revolviendo con bastante frecuencia con la cuchara.
Cuando falte una media
hora más o menos para tener la mermelada lista empezamos a preparar
los botes. Los lavamos y aclaramos bien y los ponemos en una olla
amplia con agua fría. Cuando empiecen a hervir los cocemos unos 20
minutos.
Mientras cuecen los
tarros, comprobamos si la mermelada está cocida y espesa, para ello
sacamos un poco, la dejamos enfriar en un plato y probamos para ver si
está bien de dulce y espesa, si no añadimos un poco más de azúcar
y dejamos cocer otros 15 minutos más o menos.
Ya solo nos queda
rellenar los tarros; los sacamos del agua con mucho cuidado, los
ponemos a escurrir boca abajo sobre un paño limpio y los secamos.
Los llenamos de mermelada hasta arriba, bien llenos. Los cerramos y
los ponemos boca abajo durante 24 horas. Pasado este tiempo, les
damos la vuelta y guardamos en la despensa o en la nevera.