Junto con
la salsa bechamel es de las salsas que más utilizo. Para cualquier
tipo de pasta, para una paella, para un arroz blanco o para acompañar
un huevo frito, tiene infinidad de usos.
Las
cantidades que pongo son para un bote mediano y nos puede dar para
más de un uso. Si nos sobra, una vez frío lo echamos en un bote de
cristal, vertemos sobre la salsa un buen chorro de aceite de oliva,
cerramos bien el bote y lo guardamos en la nevera; nos aguantará
entre 4 ó 5 días.
INGREDIENTES:
½ kg.
de tomates muy maduros
½
cebolla pequeña
2 dientes
de ajo
Aceite
Sal
½
cucharadita de azúcar
PREPARACIÓN:
Lavamos
muy bien los tomates, y los troceamos. Reservamos.
En una
pota ponemos un poco de aceite. Cuando esté caliente echamos los
dientes de ajo pelados y partidos a la mitad. Dejamos que se hagan
muy bien. Cuando estén muy dorados, añadimos la cebolla, pelada y
picada. Dejamos que coja color como el que veis en la foto, tiene que
quedar muy pero muy dorada (roza el punto de quemado).
Ahora
incorporamos los tomates y un poco de sal. Lo dejamos cocer a fuego
suave hasta que el tomate esté muy blando, aproximadamente unos
40-50 minutos.
Lo
trituramos con la batidora y después lo pasamos por el pasapuré,
para que nos quede una salsa fina
Lo
ponemos de nuevo a cocer, ahora ya menos tiempo, unos 15 minutos más
o menos, hasta que engorde un poco. Durante esta cocción añadimos
el azúcar para quitar un poco la acidez del tomate.